Zico: de la Gávea y del Mundo

En Rio de Janeiro, el reportero Celso Garcia se fue al barrio de Quintino y se quedó pasmado con un chaval que sabía todo del balón. "Dime tu nombre y edad", preguntó y el muchacho le contestó: "Arthur Antunes Coimbra, o Zico, estudio y vivo aquí, donde nací el 3 de marzo de 1953. Tengo 13 años y soy el pequeño de la familia". Luego, Celso obtuvo de sus padres -José, panadero portugués y del Flamengo, y Matilde, la matriarca Tidinha- la permisión de llevarlo a probar en el infantil del Flamengo. Después, sabría más, que Zico tenía dos hermanos jugando en el América - Edu y Antunes. Y que preferiría el Flamengo, por idolatría a Dida, como él un media finísimo que fuera rojinegro hasta 1964, y por ser el club de Gávea, el equipo de su corazón.

Desde entonces el rojinegro sería el único color de Zico. Antes mismo de coger peso, tamaño y fuerza hasta su 1,71m, ya había ganado el título estatal juvenil de 1969. En julio de 1971, ya conocido como Galinho de Quintito, expresión que le dio el locutor Waldir Amaral, por su garra y el nombre de su barrio, Zico deviene profesional para volverse el mayor ídolo y goleador de toda la historia del rojinegro. Este mismo año entraría en la selección preolímpica de Brasil pero no estaría en las Olimpíadas 72. Sin embargo ese año sería campeón carioca. Título del Estado de Rio de Janeiro que repetiría en 1974-78-79-81 y 1986. También con el Flamengo ganaría los campeonatos de Brasil de 1980, 82, 83 y 87. Y la Copa Libertadores da América y la Copa Intercontinental de 1981, disputado en Japón contra el Liverpool. Por el conjunto de su obra, el Galinho de Quintino honró la Bola de Oro de la revista Placar en nada más que cinco ediciones (1974, 75, 77, 82 y 87). Y en la casi totalidad de esos y tantos años, Zico fue máximo goleador, como lo fue del estadio Maracanã, con 320 tantos, en 22 años de mucho balón.

Su otra pasión, talvez mayor que el Flamengo, es Sandra, vecina y primer amor, ella a los 14 años; y él a los 17, rojinegra con quien se casó. Sandra es hermana de la mujer de su hermano Edu, y madre de Júnior, Bruno y Tiago, hijos del "Galinho". Ella, de hecho, es también su mejor amiga, compañera de las horas difíciles y sobretodo confidente.

Una otra maravilla en la saga del ídolo es la Selección de Brasil, en cual se estrenó el 25 de febrero de 1976, contra Uruguay. A partir de ese día, Zico fue un insustituible de las convocatorias. Con Brasil ganó el mismo año 76 las copas del bicentenario de la independencia yanqui, Rio Branco, Roca, Oswaldo Cruz y Atlántico. Y el trofeo Inglaterra-Brasil de 1981. Hasta 1986, cuando decidió salir de la selección, tras el Mundial de México, Zico había jugado 88 partidos para su país, marcando 66 goles, quedándose a poco de ser el mayor realizador de la selección. En los tres Mundiales, participaría en 14 partidos, haciendo cinco goles.

Pero fallando uno, pues esos Mundiales no le fueron bien. Lesionado en el de Argentina, en 1978, Zico sólo jugó un partido entero; en los demás apenas una media parte. El equipo de Brasil en ese Mundial era la cara de la dictadura ambiente en el País. Empezando por Cláudio Coutinho, el entrenador y ex-capitán del Ejército, que sólo escuchaba al almirante Heleno Nunes, entonces presidente de la Confederación Brasileña de Desportes (antecesora de la actual Confederación Brasileña de Fútbol, CBF). Y buscando la polivalencia, nuestro técnico se perdió en el comando. Sin convocar Falcão ni Júnior, expulsó a Reinaldo, poco amante de lo militar. De ese fiasco de la competición, sólo quedarían cosas afines, tal la frase idiota del propio Cláudio Coutinho: "Somos campeones morales de este Mundial". Y expresiones tales overlapping o punto futuro, también de él, que no iban con el estilo creativo del crack y artista brasileño.

Para Zico, el Mundial de 82, en España, con un Brasil que puso en campo el equipo más harmonioso que se pudo reunir en toda su historia, fue un golpe de mala suerte. Y el de 1986, cuando, lesionado, falló el penalti contra Francia en cuartos de final, fue un trauma que pesó en su retirada definitiva de la selección. Entones ofendido por las críticas, el Galo de Quintino, de Gávea y del planeta abrió el juego: "No cambiaría ningún título que gane con el Flamengo por un Mundial". Y solidario con él, el escritor y dibujante Ziraldo Pinto le apoyaría así: "¡Santa madre! ¡Cuántas alegrías Zico me dio a mí y a los aficionados de Brasil y del Flamengo! ¿Cuántas faltas lanzadas a la izquierda de la media luna que eran goles más seguros que penaltis? Zico falló el penalti de su vida, de nuestra vida, y fue inmediatamente perdonado por su grandeza".

A mitad del año 1983, el Galinho fue vendido al Udinese italiano y el compositor de Bahía, Moraes Moreira, escribió un frevo donde expresaba la tristeza de la afición rojinegra y carioca por su salida de Gávea: "Y ahora como me quedo / las tardes de domingo / sin Zico en el Maracanã..." En Italia, el artista del fútbol brasileño confirmó su éxito del Flamengo. A pesar de jugar en un equipo modesto como el Udinese, fue el artillero del competitivo campeonato nacional italiano, además de ser considerado el mejor jugador de la temporada. Rechazando propuestas irrechazables de grandes como Milán AC y Roma, volvió a Brasil, y como no, al Flamengo de su pasión, en verano de 1985.

En Gávea, Zico quedaría hasta 1990, cuando hizo su partido de despedida, el 6 de febrero, entre los compañeros del Flamengo y sus amigos, con empate a 2. Había contabilizado entonces la cifra envidiable de 847 encuentros con la camisa rojinegra que había glorificada. Y su número de goles batía el récord de la historia del club: 601. Después, lo llamarían desde la administración del presidente de la República, Fernando Collor de Mello, e, ingenuo en política, aceptó ser secretario de deportes del gobierno federal. En realidad, Zico ya había hecho política real con mucho compromiso y serio cuando fundó y dirigió en 1981 el primer sindicato de futbolistas profesionales. En el gobierno Collor, fue autor de la ley con su nombre, que fue superada por la ley Pelé, una ordenanza que disciplina (¿será posible?) el fútbol. No obstante, no aguantando más el politiqueo, Zico dejó el gobierno y en 1991, pensando mejorar el cotidiano, el Galinho de Quintino aceptó fichar por el Kashima Antlers japonés, donde fue de nuevo mejor goleador, maestro de escuelas de fútbol e ídolo, además de, tras su retirada en 94 - consultor de fútbol a distancia.

En Río de Janeiro, el ciudadano Arthur Antunes Coimbra, impartía más cátedra (y dinero) que nadie para crear el CFZ (Centro de Futebol Zico), destinado a niños de Brasil y a japoneses con condiciones de cracks. En el plan de los negocios, además de unas numerosas inversiones, el alquila su propia imagen, pero siempre cuidando no comprometerse moralmente. Y es bastante solidario con ex-jugadores de fútbol arruinados, que son la mayoría.

En el Mundial de 1998 de Francia, el Galo de Quintino, siempre con ganas de hacer algo por la selección brasileña, segundo al técnico Mário Jorge Lobo Zagallo. En 2000, presidiría un tiempo la comisión de la CBF encargada de traer a Brasil la organización del Mundial 2006 y en 2003 aceptó el desafía de dirigir a la selección japonesa para que haga un buen papel en el Mundial 2006, lo que hizo, calificándola, pero después, tuvo la mala suerte del sorteo de ver Japón caer en el mismo grupo que el país suyo, Brasil. Últimamente Zico acepto de nuevo de mudarse de Rio para entrenar el Fenerbahce turco. Pero cada vez que puede estar Rio de Janeiro, Zico aprecia vivir con toda la familia en una casa de 1.200 metros cuadrados, rodeada por un jardín de tres veces mayor, donde caben - además de Sandra, hijos y familia - todos sus trofeos y su inconmensurable cordialidad.
Fuente: Antonio Falcao

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