Rivaldo: del resentimiento al auge

El 19 de abril de 1972, Marluce, mujer de Romildo Vítor, humilde jardinero del ayuntamiento, dio a luz a su tercer hijo en la maternidad de Encruzilhada, en Recife. Vivían en Beberibe, otro barrio de la zona norte de la capital de Pernambuco, y allá, en la penuria, dieron sus primeros pasos Ricardo y Rinaldo, los dos primeros retoños. Pero la emoción con el recién nacido hizo que el padre dijera "donde comen cuatro, comen cinco". Y fuera al registro civil a dar el nombre completo del nuevo niño al escribano: Rivaldo Vítor Borba Ferreira.

Seis años más tarde, cuando Marluce y Romildo habían aumentado la familia con las niñas Soraya y Cristiane, todos se fueron a vivir a Paulista, ciudad de región metropolitana de Recife. En aquella época, después de las clases en el Colegio Castelo Branco, y en busca de conseguir alguna chatarra para el sustento de la casa, arrastrando al raquítico Rivaldo por las manos sus hermanos mayores vendían dulces, bollos y pasteles por las calles de Paulista. Y en los domigos iban estratégicamente a Janga -la playa más frecuentada- a ofrecer a la venta otras meriendas y helados. Así, a los 11 años, cuando ya estudiaba en ese mismo colegio público, Rivaldo también cogía sus chicles y bombones e iba de puerta en puerta vendiendo para conseguir algo de dinero para ayudar la familia.

Largando la escuela y la venta ambulante, él -en la época, Vado, hijo del señor Romildo- jugaba partidillos en el campito del Gonzagao, donde era el más habilidoso de los niños descalzos, conducía el balón como si tuviera un imán en el pie y se imponía como delantero. Para Vado, además del fútbol, otros pasatiempos era atrapar pajaritos e entrenar los gallos de pelea -a veces, también vendidos para reforzar la mísera renta doméstica. Tan sólo a los 13 años, tuvo el apoyo decisivo del padre para convertirse en crack: un par de botas. Y Romildo al regalarse hizo magia con su escaso salario de servidor municipal. Más adelante, en 1988, otro incentivo: el padre lo lleva a las divisiones de base del Santa Cruz Futebol Clube, en Recife, donde por cuenta de la subalimentación crónica Rivaldo tuvo que extraer todos sus dientes pochos.


Pero en el 89, uniéndose al hecho de ser extremadamente pobre, un nuevo pesar vino a marcarlo: el padre muere atropellado por un autobús. Deprimido, el huérfano Rivaldo -ya destacando en el juvenil del tricolor pernambucano- quiso dejar el fútbol. Y la madre, sabiendo del sueño de Romildo en convertirlo en jugador, no permitió. Y, poco a poco, el chaval de 1,87m de estatura se rehizo psicológicamente y, en 1991, se destacó en el juvenil recifense en la Copa Sao Paulo de Juveniles. Hasta Telê Santana, técnico del Sao Paulo, pidió que lo compraran al Santa Cruz. Pero fue el modesto Mogi Mirim Esporte Clube, de la primera división paulista, el que llegó primero y lo adquirió. Y en el 92, con el pie izquierdo bendecido e íntimo del balón, ese artista del Recife exhibió su juego técnico, haciendo el club ser comparado con el combinado holandés del 74. En ese equipo, además, el 13 de abril de 1993, percibiendo el portero del Noroeste adelantado, Rivaldo chutó de la divisoria del campo para hacer el fantástico gol que Pelé nunca consiguió.


Después, el Mogi lo vendió al Corinthians y él, aunque fuera bien en el equipo con 19 partidos y 11 goles, no fue aceptado por la hinchada. Aún así, el 16 de diciembre de 1993, como corintiano Rivaldo se estrenó en la selección brasileña contra México, en Guadalajara, siendo suyo el único gol del partido. Y al mediapunta le fue otorgado por la revista Placar el trofeo Balón de Plata de ese año (lo reciben los once mejores jugadores en sus puestos). Sim embargo, desde su cuarto partido con Brasil, ya era en definitiva jugador del Palmeiras, club en el cual sería campeón paulista y brasileño de 1994, cuando recibió otro Balón de Plata. Pero los palmeirenses también lo reprendían, tachándole de retener mucho el balón, confundiendo su estilo cadencioso con el individualismo. Su respuesta -después de haber actuado en 86 partidos con 57 goles en el club blanquiverde en casi tres años- vino el título de campeón paulista del 96. Y aún con su fama en Europa, para donde se fue por 10 millones de dólares pagos por el gallego Deportivo La Coruña, entonces nostálgico del brasileño Bebeto.


No obstante, en julio del 96, antes de presentarse al equipo español, se fue a los Estados Unidos para incorporarse a la selección en la Olimpíada de Atlanta. Y qué pena, pues al perder una pelota en el medio campo, Nigeria empató el partido, venciendo después a Brasil en la prórroga. Eso hizo perder a la selección canarinha la oportunidad de ganar la medalla de oro -título aún inédito en el fútbol brasileñó- y Rivaldo pasó a ser así el chivo expiatorio, lo que le apartó por más de un año de la selección. Compensando, tuvo un excelente desempeño en el Deportivo al lado de Djalminha y Mauro Silva, y ya en esa temporada se convertiría en ídolo en España y Europa. Tanto que el Barcelona -del cual el fenómeno Ronaldo acababa de irse- se gastó 29 millones de dólares y se lo llevó a Cataluña, donde el pernambucano a cada lance iluminaría de talento el estadio Camp Nou.


Sí, en el Fútbol Club Barcelona -de julio de 1997 al primer semestre de 2002- Rivaldo vivió la fase más iluminada de su carrera. Con él, el Barça venció la Liga y la Copa del Rey en el 98, teniendo en el equipo además a Luis Enrique, Kluivert y Figo. Al año siguiente -cuando el 10 de mayo Rivaldo reeditara contra el Atlético de Madrid el mismo gol desde la divisoria del campo-, su equipo reeditó el título de Liga Española. En la parte financiera, el crack alcanzó su auge al firmar contratos millonarios -lo que a partir de entonces le pondría en el rol de los atletas más ricos del planeta. Eso sin hablar de los principales premios atribuidos a Rivaldo. Como: mejor jugador extranjero de la Liga (1998), Balón de Oro al mejor jugador de Europa (1999) y, finalmente, disputando con el inglés Beckham y el argentino Batistuta, el más honroso y democrático -votado por 140 técnicos-, especie de Premio Nobel del fútbol: mejor jugador del Mundo, otorgado por la FIFA en 1999. Para tanto títulos y premios, el artista Rivaldo hizo 130 goles y jugó 235 partidos con el Barcelona. Pero en 2002, con la posesión de su libertad y con insolubles divergencias con el entrenador Louis Van Gaal, el crack dio adiós a los catalanes. En aquella época también se despidió sentimentalmente también de Rose, con quien se casó en Mogi Mirim y que le dio un casal de hijos -Rivaldinho y Thamyris.

Concomitante al rosario de gloria y honores en el Barcelona, Rivaldo volvió a la selección nacional en noviembre de 1997, cuando el episodio ocurrido en la desafortunada Olimpíada de Atlanta se olvidó. Y en Francia el crack brilló en el Mundial del 98, del cual Brasil salió subcampeón y el mediapunta ostentando la unanimidad de que fue el mejor brasileño en la competición. En 1999, venció para el país la Copa América, siendo el máximo goleador. Y en los dos años siguientes, además de amistosos, Rivaldo participaría de la fase de clasificación para el Mundial del 2002, fecha esta en que -contando con él como figura- Brasil se convirtió en pentacampeón mundial en Asia. Así, al hacer su último partido por Brasil el 19 de noviembre de 2003, el mediapunta contabilizaría 86 partidos y 38 goles. De ese total de partidos por la selección brasileña salió victorioso en 55 ocasiones.


Una vez lejos del Barça, Rivaldo se alquiló a la italiana Associazione Calcio Milan. Y en ese bello equipo, a lo largo de 13 meses de frustración, haría 38 partidos, marcando apenas 8 pálidos goles. Inconformado con el banquillo de suplentes, él de mutuo acuerdo con Milan rescindió el contrato. A seguir, en diciembre del 2003, Rivaldo volvería a Brasil para defender el Cruzeiro, en la época entrenado por Vanderlei Luxemburgo, técnico que siempre le apoyó. Sim embargo, con el desvinculación del entrenador del club y un desempeño del mediapunta por debajo de la crítica, Rivaldo, diciéndose solidario a Luxemburgo, ponía fin a su compromiso con los cruzeirenses. Y en julio de 2004, después de muchas negociaciones con diversos equipos, firmaría contrato con el griego Olympiakos, club en el cual jugaba su compatriota y amigo Giovanni, también ex-Barcelona. En ese equipo de Atenas, el pernambucano ha vencido la Liga Helena tres veces consecutivas, siendo en todas ellas elegido el mejor jugador del campeonato.


Por lo que Rivaldo sabe de fútbol, es plausible y saludable creer que ese gran artista del fútbol mundial siga brillando aún más.
Fuente: Antonio Falcao


Lo mejor de Rivaldo 1



Lo mejor de Rivaldo 2

No hay comentarios: