Fue en el Mundial del 50. España acosaba a Inglaterra, que sólo atinaba a tirar a puerta desde lejos.
El puntero Gainza devoró la cancha por la izquierda, se voló a media defensa y cruzó la pelota hacia el área inglesa. El zaguero Ramsey alcanzó a tocarla, de espaldas, a contrapierna, cuando arremetió Zarra y metió la pelota contra el poste izquierdo.
Telmo Zarra, goleador de España en seis campeonatos, heredero del torero Manolete en la pasión popular, jugaba con tres piernas. La tercera pierna era su cabeza fulminante. Fueron testarazos sus goles más famosos. Zarra no hizo de cabeza este gol de la victoria, pero lo gritó apretando entre las manos la medallita de la Inmaculada, que le colgaba del pecho.
El máximo dirigente del fútbol español, Armando Muñoz Calero, que había participado en la invasión nazi a tierras rusas, envió por radio un mensaje al generalísimo Franco: "Excelencia: hemos vencido a la pérfida Albión".
Era la venganza por la aniquilación de la Armada Invencible, que había sido muy vencida en 1588 en las aguas del Canal de la Mancha.
Muñoz Calero dedicó el partido "al mejor Caudillo del mundo". No dedicó a nadie el partido siguiente, cuando España enfrentó a Brasil y recibió seis goles.
Fuente: Eduardo Galeano
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