La más famosa final de las maderas fue la del Mundial 54. Hungría arrasaba en Europa: 4 años y 29 partidos sin perder. Entre otros, Puskas, Hidegkuti, Czibor y Kocsis, habían derrotado, por primera vez, ante la incredulidad mundial, a los ingleses en su templo de Wembley por 6-3 en 1953. Meses más tarde en la revancha, ¡¡Inglaterra perdió en Budapest 7-1!!
En el Mundial de 1954, en la fase clasificatoria, Hungría apabulló a Alemania 8-3, que se clasificó en repesca. El 4 de julio, a las 17 horas y 9 minutos, Hungría ya ganaba 2-0. Otra goleada histórica de los "magiares mágicos" estaba servida, pero a las 17 horas y 18 minutos -entonces se jugaba al ataque desde el principio- dos goles de Morlock y Rahn igualaban los de Puskas y Czibor.
Puskas, agotado y lesionado por un alemán en primera ronda, las maderas entraron en juego, y se dio la mayor sorpresa del fútbol junto con el "Maracanazo". Los húngaros dominaban abrumadoramente, multiplicaban pases, paredes y ocasiones, acompañados por 60.000 espectadores admirativos. En pleno dominio húngaro, Kocsis e Hidegkuti, dos veces, estrellaron sus disparos a la madera. Ya estaba dicho, las tres maderas impidieron la justa consagración de uno de los mejores combinados de la historia del fútbol universal.
Kocsis y Czibor, perdieron de nuevo en el Wankdorf, el 31 de marzo de 1961, en la final de la Copa de Europa, 3-2 contra el Benfica. Jugaban con Barcelona, y Kocsis dijo tras el partido: "Hoy entiendo lo que ocurrió en 1954: en este césped pesa una maldición contra todo húngaro que lo pise"... La delantera del Barça era impresionante con los húngaros Kubala, Kocsis y Czibor, más Evaristo y el estratega Suárez, recién Balón de Oro. El Barça era favorito y la joven "pantera negra" del Benfica, Eusebio, no estaba en el campo. Kocsis y Czibor marcaron los dos goles del Barça, como para extirpar la maldición. Pero, la suerte decidió que sus compañeros estrellaran, otra vez, tres disparos a las maderas de las porterías del estadio Wankdorf.
Ya fallecidos Kocsis y Czibor, por fin el Barça les vengó, en el Wankdorf, en la final de la Recopa de Europa 1989, al vencer a la Sampdoria 2-0. Pagliuca, el portero genovés, invocaba las maderas del antiguo Wankdorf, sin éxito. Los postes nuevos eran sin historia, de metal y redondos.
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