En Río, para todos en el barrio de Bento Ribeiro la vida era difícil. Y cuando, el 26 de septiembre de 1976, nació Ronaldo Luiz Názario da Lima para los padres, Nélio y Sônia, empeoró aún más. La renta de la pareja era el insignifcante salario de Nélio en una compañía telefónica carioca, y con eso la familia, que ya contaba con los hijos Nelinho e Ione, se mantuvo a duras penas. Aún así, la llegada al mundo de este tercer pimpollo fue festejada y ya en los primeros días de vida de Ronaldo el hermano y la hermana lo llamarían Dadado, apodo cariñoso que se quedó en casa y en los suburbios.
A los 10 años, el chaval se hizo notar en los partidillos de calle, de donde salió para jugar fútbol sala en el Tennis Clube Valqueire. Ya en aquella época, estudiante poco aplicado, soñaba en ser Zico, su gran ídolo y del Flamengo de su pasión. Pero la madre, queriéndolo en la escuela, se opuso a ello e hizo todo lo que pudo para apartarlo del fútbol. De ahí haber discutido con Nélio en 1990, cuando él le autorizó a jugar en las pistas del Social Ramos a cambio de dinero para el autobús y la merienda. Y discutieron aún más dos años más tarde, pues el padre dejó que Ronaldo firmara con el Sao Cristovao de Futebol e Regatas, para ser jugador juvenil en el equipo de fútbol campo de la primera división del Campeonato Carioca. Con todo, a partir de ahí, lo que se vio en el club de la calle Figueira de Melo fue un nuevo modelo de artista con ímpetu en el arranque, el control de balón, la samba en el cuerpo, el continuo movimiento de desmarque, el regate y el olfato de gol que hacía mucho que Brasil necesitaba.
En 1993, aún vinculado al Sao Cristovao, Ronaldo con 8 goles fue el máximo goleador del Campeonato Sudamericano sub-17, que la selección brasileña jugó en Colombia. Eso atrajo el interés del ex-jugador Jairzinho -el Huracán del Mundial del 70-, que compró los derechos federativos del adolescente por 7 mil dólares. Y en seguida lo vendió al Cruzeiro por un precio siete veces mayor. En la ocasión, lo que le dieron de dinero a Ronaldo fue todo para la familia, pues Nélio y Sônia se habían separado. Así, a la capital de Minas Gerais, además de la nostalgia de casa y de Río, se llevó a su novia, una morena de Bento Ribeiro, que luego fue reemplaza por otras de sus ligues.
En el mismo 93, en gira por Europa, se estrenó en el equipo profesional cruzeirense. Y en la vuelta marcó 12 veces en 14 partidos del Campeonato Brasileño. En uno de esos partidos, contra el Bahia, hizo 5 en el veterano portero uruguayo Rodolfo Rodríguez. Y es que el último gol tuvo una perfección maestra: Ronaldo se escondió del uruguayo y, cuando éste soltó la pelota, lo sorprendió con toque sutil a gol. En seguida, el adolescente sería la mayor atracción del certamen mineiro de 1994, cuando, además de ser el máximo goleador con 22 tantos, dio a los cruzeirenses el Campeonato Mineiro. Entonces, sabiendo eso, la torcida brasileña vibraría en su estreno en la selección el 23 de marzo de ese año, contra Argentina, en Recife. Y después aplaudió su nombre entre los que fueron a los Estados Unidos a traer el tetracampeonato mundial.
Al llegal del Mundial, le esperaba en Minas Gerais una propuesta de 7 millones de dólares del PSV Eindhoven. Entonces, dejando en el Cruzeiro de recuerdo 58 goles en 60 partidos, Ronaldo se mudó a Holanda, donde ganó peso y cinco centímetros, llegando a sus 1,83m de estatura. En esa primera temporada, fue el máximo goleador de la Liga Holandesa (30 tantos) y pasó a sentir fuertes dolores en la rodilla. Pero tan sólo se operó el tendón rotuliano en febrero, recuperándose a tiempo para dar al PSV el título del campeonato nacional e ir con Brasil a la Olimpíada de Atlanta, de donde se trajo la medalla de bronce. En eso, conciente de sus hazañas y sabiendo que sus marcas de 55 goles en 56 partidos con el PSV, el azulgrana Barcelona se lo llevó por 20 millones de dólares para vestir su camiseta a partir del segundo semestre de 1996.
Pero su primera victoria en el Barça fue ser recibido por gente latina, apasionada. Y por lo que hizo en campo: goles. De éstos, nadie se olvida uno en Santiago de Compostela, cuando partió con la pelota dominada desde el centro de campo y se regateó a todos, que hacían cola. Sus obras de arte crearon la Ronaldomanía, expresada en el delirio de los jóvenes identificados con lo que el ídolo tenía de bonachón, solidario, mujeriego, romántico e, incluso, cabeza rapada. A finales de año, la FIFA le distinguió con el trofeo de mejor futbolista del mundo. Y embalado, en 1997, el artista fue el pichichi (34 goles) y subcampeón de la Liga Española, venciendo también la Recopa de Europa y la Copa del Rey, además de ganar con Brasil la Copa América, en Bolivia. Pero los tentadores 32 millones de dólares de la italiana Internazionale aturdió a él y al Barça, dejándole partir a Milán en 1997, año en que aún venció con Brasil la Copa de las Confederaciones, además de ser elegido una vez más por la FIFA el mejor jugador del mundo.
En Italia, con 25 goles en el primera año, se convirtió en il Fenómeno. Pero nunca consiguió el campeonato nacional. Su gran título por el Inter sería la Copa de la UEFA de 1998. Ese año, para Ronaldo, fue el del triste Mundial de Francia, de donde salió subcampeón y visto como el mejor jugador del torneo. En realidad, desde la convulsión (o crisis nerviosa) que lo abatió en la final del Mundial, su martírio físico se inició con tendinitis, inflamaciones de la rótula, distensiones y contracturas musculares, que lo llevarían a dos delicadas cirurgías de rodilla y al alejamiento del fútbol por casi dos años. Sin embargo, en los intervalos de esos dolores sirvió a la selección brasileña en la Copa América en Paraguay, donde salió campeón en 1999. Y, a partir de octubre de año, solamente en marzo de 2002 es que volvería a la selección canarinha. Pero, además del apoyo familiar en las convalecencias, afectivamente Ronaldo vivió en esa época difícil grandes amores, con uno de ellos redundando en breve matrimonio oficial, pero con la recompensa mayor y dulce de su hijo Ronald.
Curiosamente su prestigio no se estremeció con su retirada temporal. Al revés, el cariño y la admiración por el delantero centro creció siempre, atrayendo patrocinios y, hasta, las Naciones Unidas a través del programa en pro de los niños. Y eso era mucho dinero para el atleta y para el Inter en contratos de publicidad, venta de camisetas y souvenirs alusivos al ídolo por todo el mundo. Así, Ronaldo fue un excelente inversión para el club. Y, en 2002, cuando se presentó para el mundo entero en Asia en el Mundial, el club milanés vio a su crack revalorizarse más si cabe. Sobre todo, por su importancia en la conquista del pentacampeonato para Brasil y, aún, del trofeo al máximo goleador de la competición con 8 goles. Sin embargo, con el Mundial en el bolsillo, salió del crack el deseo de irse de Italia, donde en cinco años hizo por el club pocos partidos y "apenas" 49 tantos. Y ese deseo se concretizó el 2 de septiembre, cuando el artista se transfirió al Real Madrid por 47 millones de dólares.
En España, Ronaldo vería su nombre escogido por la FIFA como el mejor crack planetario del 2002. Y eso le motivaría a vencer por el club madrileño ese año el Mundial Interclubes. Y en la temporada siguiente la Liga Española. En junio de 2003, sin embargo, el club -que ya contaba con el brillo del propio Ronaldo, Roberto Carlos, Zidane, Raúl o Figo- se trajó nada más que el astro David Beckham para vencer la Supercopa de España. Y en esa constelación Ronaldo no tuvo trabajo para ser el máximo goleador de la Liga en 2004. Así, feliz con la vida, hasta marzo de 2006, el goleador contaba con estos números en la selección brasileña: 83 goles en 121 partidos -siendo 82 victorias, 29 empates y 10 derrotas. En sus últimos años como jugador del Real Madrid pasó una fase de hostilidades de la hinchada (que, en coro, lo llamó maliciosamente de gordo), que junto con su incapacidad de trabajo con Fabio Capello, le llevó a una transferencia al Milan.
Aún así Ronaldo se ríe de satisfacción cuando recuerda lo que Zico, su eterno ídolo, dijo: "en el fútbol, tenemos delanteros que regatean en velocidad y otros que se destacan por regates cortos. Ronaldo es, quizás, el único caso de crack que hace regates cortos en altísima velocidad".
Fuente: Antonio Falcao
Lo mejor de Ronaldo
1 comentario:
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