Pedro Leopoldo es una ciudad placentera de la región metropolitana de Belo Horizonte. En los años 40, aunque capital de comarca, era un lugar cerrado que escuchaba hablar de Brasil y del mundo, pero sus relaciones externas se limitaban a Ribeirão das Neves, también a orillas del Rio das Velhas, curso de agua que "lame las casas" en el verso del poeta Carlos Drummond de Andrade. Y fue en esa aun pequeña Pedro Leopoldo que, el 3 de setiembre de 1946, nació, de familia pobre, minera y mestiza, un niño que pocos días después sería bautizado como Dirceu Lopes Mendes.
A los 10 años, Dirceu escuchó en la escuela que Pedro Leopoldo fue un ingeniero del Sergipe, que construyó la vía férrea, una estación de trenes, recibió en reconocimiento su nombre. Alrededor de esa estación, el pueblo tomó cuerpo y creció hasta ser llamada ciudad, como es el caso hoy. El alumno, sin embargo, estaba más interesado en los partidillos de recreo escolar o los de las calles y de los descampados de su tierra. Y quien veía al pequeño muchacho raquítico como era, hacer lo que quería con la pelota, sólo tenía una opción: amar el fútbol. Ya se decía en Pedro Leopoldo que el niñito, ágil y habilidoso Dirceu jugaba como quien hacía la ropa -cosiendo, cosiendo, cosiendo...
En 1962, con las marcas de la adolescencia corriendo su rostro, él era la gran estrella del centrocampo del juvenil del Sport Clube Pedro Leopoldo. Desde entonces, mostraba la frialdad de los goleadores y la visión de juego de los creadores. Eso sin decir que, dentro o fuera del campo, era considerado por los compañeros como un hombre amigo y sincero, además de, como crack, ya era el objeto de los ojeadores de las grandes equipos de la capital. Tanto que en 1963, antes de tener 17 años, Dirceu Lopes entró en los juveniles del Cruzeiro Esporte Clube y fue campeón de Minas Gerais en dicha categoría el año siguiente. Con el fútbol convincente de uno de los mejores conductores de pelota de Brasil, en diciembre de ese año 1963, incluso jugó en el equipo profesional contra el Atlético, el archienemigo cruzeirense. En la misma época, llegó otro jugador al club azul de la capital -procedente del América, también de Belo Horizonte-, se llamaba Tostão. A partir de 1965, ellos formarían una de las dúos más bellos de la historia. En ese año, también fue inaugurado el estadio Mineirão -palco donde ambos se consagraron. Los dos marcarían 472 tantos para el Cruzeiro, de los cuales 224 de Dirceu -el segundo artillero de la historia del club, y pichichi de los Campeonatos Mineiros de 1966 (18 goles) y 1967 (14). Con ellos en el equipo, los de Cruzeiro, obtendrían el pentacampeonato de Minas, el último en 1969, fecha de la lesión de Tostão, que provocaría el prematuro fin de una brillante carrera en 1973.
Paralelamente al certamen de Minas, en 1966, el Cruzeiro de Dirceu Lopes ganó la Taza Brasil (actual Copa de Brasil), de la cual fue subcampeón el año anterior. En esas contiendas, con agilidad y dando dribles como quien borda la ropa, el pequeño Dirceu -de sólo 1,63m- merecidamente, destacó. Esa Taza Brasil ganada, además tenía valor añadido, por haber sido conquistada frente al exímio Santos Futebol Clube, de Pelé y compañía, en los dos partidos finales. Los mineros se impusieron 6-2 a los eminentes santistas -con tres goles de Dirceu Lopes, en el estadio Mineirão- y 3-2, en el estadio Pacaembu. Con esos once ídolos aún recordados: Raul Plassmann, Pedro Paulo, Willian, Procópio y Neco; Piazza, Dirceu y Tostão; Natal, Evaldo e Hilton.
Tales hazañas legitimaban sus sueños de jugar el Mundial con la selección brasileña. El ídolo se apoyaba en la unanimidad nacional -a pesar de saber que él, como Dida en 1958, tenía la desgracia de tener las mismas funciones que Pelé en el campo. Pero Dirceu llegó al combinado el 25 de juño de 1967, disputando contra Uruguay la Copa Rio Branco -ganada (gracias al reglamento) por Brasil tras tres empates consecutivos. Uniéndose a los deseos del crack y del público, en 1969 -en vísperas del Mundial- el entonces seleccionador, João Saldanha, dijo públicamente que el medio ofensivo del Cruzeiro sería su elemento-sorpresa en aquel Mundial. Pero Saldanha, después de haber clasificado a Brasil, fue sustituido por Zagallo y el bonito sueño de Dirceu Lopes se esfumó. Peor, la estrella vería su sitio ocupado por el oportunista y folclórico delantero centro Dadá Maravilla -el jugador predilecto del general Emílio Garrastazu Médici, dictador brasileño en la época. Fue la mayor decepción de Lopes, que asumió con un sentimiento de fracaso y ni el hecho de saber que Garrincha lo veía como "el mejor jugador del mundo" atenuaba esa tristeza. La última vez que Dirceu actuó para Brasil -completando así 19 partidos con 4 goles- fue el 6 de agosto de 1975. El año siguiente, en su última temporada en el Cruzeiro, ganaría la Copa Libertadores de América.
Tras unos años de tribulaciones en el certamen estatal de Minas, el Cruzeiro sólo volvería a ser campeón en 1972. Ese año, ya sin Tostão, el club era comandado en campo por Dirceu y Wilson Piazza. Y empezaba la conquista del tetracampeonato 1972/1975. En esa década, el ahora denominado "Príncipe do Futebol", Dirceu Lopes recibió la "Bola de Plata", de las ediciones 1970, 1971 y 1973, de la revista Placar, el mayor título de la prensa deportiva brasileña. En 1974, con la salida de Pelé para el Cosmos americano, el mediapunta minero fue tentado para sustituir al Rey en el Santos. Sin embargo, la transacción no llegó a buen puerto y en el transcurso del cuarto título de la serie de certámenes estatales del Cruzeiro, Dirceu Lopes se rompió el tendón de Aquiles. Sin jugar durante 13 meses, reapareció sólo en 1976, sin nunca poder recuperar la forma física, y el crack ofreció sus últimas jugadas en el Cruzeiro, donde había jugado 574 partidos.
Después de 14 años en el Cruzeiro, Dirceu iría a Rio de Janeiro, en 1977, para -con Rivellino- dar más fuerza y brillo a la "Máquina" tricolor. Pero su presencia en el Fluminense fue lamentable, y no rindió ni la mitad de lo esperado. Resignado, Lopes hizo las maletas para ir el año siguiente en el interior del Minas Gerais, al Uberlândia, un equipo modesto, donde completó sólo dos temporadas. Por fin, en 1981, acabó su trayectoria de jugador de fútbol en otro club del interior minero: el Demócrata, de la ciudad Governador Valadares.
Fuera del campo, Dirceu Lopes Mendes, tímido para lidiar jugadores y dirigentes, no quiso ser técnico o ejercer otra actividad profesional vinculada al fútbol, aunque tenía todos credenciales para ello. En todo caso, después, y por pasión, dirigiría las divisiones de base del equipo de su tierra natal. Pero como profesión, Dirceu prefirió la vida empresarial, y con lo que pudo ahorrar creó una factoría de tejanos en Pedro Leopoldo -hoy, una ciudad con vocación económica ligada al textil. En el plan personal, el crack es bastante casero y le gusta escuchar sus conciudadanos contar historias graciosas de las personas simples de Minas. Es posible que esa decepción por la exclusión del grupo vencedor del tercer Mundial de Brasil aún sobreviva en un rincón de su corazón. Como también es posible imaginar que Dirceu Lopes, ante alguien haciendo ropa con sus tejidos, se recuerde con "saudade" a sí mismo, jugador de fútbol - cosiendo, cosiendo, cosiendo...
A los 10 años, Dirceu escuchó en la escuela que Pedro Leopoldo fue un ingeniero del Sergipe, que construyó la vía férrea, una estación de trenes, recibió en reconocimiento su nombre. Alrededor de esa estación, el pueblo tomó cuerpo y creció hasta ser llamada ciudad, como es el caso hoy. El alumno, sin embargo, estaba más interesado en los partidillos de recreo escolar o los de las calles y de los descampados de su tierra. Y quien veía al pequeño muchacho raquítico como era, hacer lo que quería con la pelota, sólo tenía una opción: amar el fútbol. Ya se decía en Pedro Leopoldo que el niñito, ágil y habilidoso Dirceu jugaba como quien hacía la ropa -cosiendo, cosiendo, cosiendo...
En 1962, con las marcas de la adolescencia corriendo su rostro, él era la gran estrella del centrocampo del juvenil del Sport Clube Pedro Leopoldo. Desde entonces, mostraba la frialdad de los goleadores y la visión de juego de los creadores. Eso sin decir que, dentro o fuera del campo, era considerado por los compañeros como un hombre amigo y sincero, además de, como crack, ya era el objeto de los ojeadores de las grandes equipos de la capital. Tanto que en 1963, antes de tener 17 años, Dirceu Lopes entró en los juveniles del Cruzeiro Esporte Clube y fue campeón de Minas Gerais en dicha categoría el año siguiente. Con el fútbol convincente de uno de los mejores conductores de pelota de Brasil, en diciembre de ese año 1963, incluso jugó en el equipo profesional contra el Atlético, el archienemigo cruzeirense. En la misma época, llegó otro jugador al club azul de la capital -procedente del América, también de Belo Horizonte-, se llamaba Tostão. A partir de 1965, ellos formarían una de las dúos más bellos de la historia. En ese año, también fue inaugurado el estadio Mineirão -palco donde ambos se consagraron. Los dos marcarían 472 tantos para el Cruzeiro, de los cuales 224 de Dirceu -el segundo artillero de la historia del club, y pichichi de los Campeonatos Mineiros de 1966 (18 goles) y 1967 (14). Con ellos en el equipo, los de Cruzeiro, obtendrían el pentacampeonato de Minas, el último en 1969, fecha de la lesión de Tostão, que provocaría el prematuro fin de una brillante carrera en 1973.
Paralelamente al certamen de Minas, en 1966, el Cruzeiro de Dirceu Lopes ganó la Taza Brasil (actual Copa de Brasil), de la cual fue subcampeón el año anterior. En esas contiendas, con agilidad y dando dribles como quien borda la ropa, el pequeño Dirceu -de sólo 1,63m- merecidamente, destacó. Esa Taza Brasil ganada, además tenía valor añadido, por haber sido conquistada frente al exímio Santos Futebol Clube, de Pelé y compañía, en los dos partidos finales. Los mineros se impusieron 6-2 a los eminentes santistas -con tres goles de Dirceu Lopes, en el estadio Mineirão- y 3-2, en el estadio Pacaembu. Con esos once ídolos aún recordados: Raul Plassmann, Pedro Paulo, Willian, Procópio y Neco; Piazza, Dirceu y Tostão; Natal, Evaldo e Hilton.
Tales hazañas legitimaban sus sueños de jugar el Mundial con la selección brasileña. El ídolo se apoyaba en la unanimidad nacional -a pesar de saber que él, como Dida en 1958, tenía la desgracia de tener las mismas funciones que Pelé en el campo. Pero Dirceu llegó al combinado el 25 de juño de 1967, disputando contra Uruguay la Copa Rio Branco -ganada (gracias al reglamento) por Brasil tras tres empates consecutivos. Uniéndose a los deseos del crack y del público, en 1969 -en vísperas del Mundial- el entonces seleccionador, João Saldanha, dijo públicamente que el medio ofensivo del Cruzeiro sería su elemento-sorpresa en aquel Mundial. Pero Saldanha, después de haber clasificado a Brasil, fue sustituido por Zagallo y el bonito sueño de Dirceu Lopes se esfumó. Peor, la estrella vería su sitio ocupado por el oportunista y folclórico delantero centro Dadá Maravilla -el jugador predilecto del general Emílio Garrastazu Médici, dictador brasileño en la época. Fue la mayor decepción de Lopes, que asumió con un sentimiento de fracaso y ni el hecho de saber que Garrincha lo veía como "el mejor jugador del mundo" atenuaba esa tristeza. La última vez que Dirceu actuó para Brasil -completando así 19 partidos con 4 goles- fue el 6 de agosto de 1975. El año siguiente, en su última temporada en el Cruzeiro, ganaría la Copa Libertadores de América.
Tras unos años de tribulaciones en el certamen estatal de Minas, el Cruzeiro sólo volvería a ser campeón en 1972. Ese año, ya sin Tostão, el club era comandado en campo por Dirceu y Wilson Piazza. Y empezaba la conquista del tetracampeonato 1972/1975. En esa década, el ahora denominado "Príncipe do Futebol", Dirceu Lopes recibió la "Bola de Plata", de las ediciones 1970, 1971 y 1973, de la revista Placar, el mayor título de la prensa deportiva brasileña. En 1974, con la salida de Pelé para el Cosmos americano, el mediapunta minero fue tentado para sustituir al Rey en el Santos. Sin embargo, la transacción no llegó a buen puerto y en el transcurso del cuarto título de la serie de certámenes estatales del Cruzeiro, Dirceu Lopes se rompió el tendón de Aquiles. Sin jugar durante 13 meses, reapareció sólo en 1976, sin nunca poder recuperar la forma física, y el crack ofreció sus últimas jugadas en el Cruzeiro, donde había jugado 574 partidos.
Después de 14 años en el Cruzeiro, Dirceu iría a Rio de Janeiro, en 1977, para -con Rivellino- dar más fuerza y brillo a la "Máquina" tricolor. Pero su presencia en el Fluminense fue lamentable, y no rindió ni la mitad de lo esperado. Resignado, Lopes hizo las maletas para ir el año siguiente en el interior del Minas Gerais, al Uberlândia, un equipo modesto, donde completó sólo dos temporadas. Por fin, en 1981, acabó su trayectoria de jugador de fútbol en otro club del interior minero: el Demócrata, de la ciudad Governador Valadares.
Fuera del campo, Dirceu Lopes Mendes, tímido para lidiar jugadores y dirigentes, no quiso ser técnico o ejercer otra actividad profesional vinculada al fútbol, aunque tenía todos credenciales para ello. En todo caso, después, y por pasión, dirigiría las divisiones de base del equipo de su tierra natal. Pero como profesión, Dirceu prefirió la vida empresarial, y con lo que pudo ahorrar creó una factoría de tejanos en Pedro Leopoldo -hoy, una ciudad con vocación económica ligada al textil. En el plan personal, el crack es bastante casero y le gusta escuchar sus conciudadanos contar historias graciosas de las personas simples de Minas. Es posible que esa decepción por la exclusión del grupo vencedor del tercer Mundial de Brasil aún sobreviva en un rincón de su corazón. Como también es posible imaginar que Dirceu Lopes, ante alguien haciendo ropa con sus tejidos, se recuerde con "saudade" a sí mismo, jugador de fútbol - cosiendo, cosiendo, cosiendo...
Fuente: Antonio Falcao
No hay comentarios:
Publicar un comentario