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El club uruguayo Peñarol estaba jugando en Montevideo contra el Español de Barcelona, y no encontraba la manera de perforar la valla defendida por Zamora. La jugada venía de atrás. Anselmo evitó a dos adversarios, cruzó la pelota a Suffiati y se lanzó a la carrera, esperando la devolución. Pero entonces Piendibene la pidió, la recibió, eludió a Urquizú y se acercó al arco. Zamora vio que Piendibene remataba al ángulo derecho y se lanzó en un salto. La pelota no se había movido, dormida en el pie: Piendibene la tocó, suavecito, a la izquierda de la valla vacía.
Zamora alcanzó a saltar hacia atrás, salto de gato, y pudo rozar la pelota con la punta de los dedos, cuando ya no había nada que hacer.
Fuente: Eduardo Galeano
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