El establishment opina que Romário es un mal ejemplo por su forma original de comportarse y entrenarse, pues alguna vez no es puntual al trabajo o no acepta las torturas físicas, porque se acostó pronto por la mañana después de haber bailado la samba toda la noche con estrellas tropicales en bella forma física.
O bien, estos espíritus cortos o conformistas son celosos...que intenten bailar samba toda la noche y luego ir al trabajo o jugar un partido oficial y marcar goles decisivos y de bella factura.
O bien dichos pensadores de butacas y tertulias, exageran el comportamiento extravagante de Romário, para complacer el pensamiento oficial: respetar el "profesionalismo" y curvar la espalda a la disciplina militar del trabajo del fútbol moderno.
Sacrificando Romário en el altar del "profesionalismo" y del pensamiento oficial, Brasil habrá posiblemente perdido dos títulos en dos años: el Mundial de Francia 1998 -en las previas, la famosa dupla Ro-Ro (Ronaldo-Romário) marca más goles que nunca, y Romário se había recuperado antes de que saliera la Seleçao rumbo a Francia- y el Torneo Olímpico de Sydney 2000.
Romário no cumple con un compromiso de trabajador, verdad. O a su manera -siempre se entrena, baila samba y está en forma óptima para lo que se le exige: hacer goles con la marca "Romário" para el espectáculo y la emoción.
Sí que Romário cumple con su compromiso de goleador y artista extravagante, verdad.
Las dos concepciones son para elecciones. La elección de Romário, o su peculiar compromiso, le permite seguir en lo alto del universo artístico del fútbol espectáculo, que al final es lo que cuenta o ¿no?...
Para que siga en la cumbre del gol y de la fantasía (resultados incluidos)... Que Romário siga bailando samba las noches que quiera. Más que probablemente (ya van saliendo estudios y voces), la samba nocturna es un mejor entrenamiento que los duros programas estándar y sin matices de entrenamiento físico de los grandes clubes, los cuales provocan más lesiones que los propios partidos. Romário nunca se lesioná bailando samba, pero sí entrenándose.
Fuente: Jean Pierre Bonenfant
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