En una película de vaqueros, hubiera sido el pie más rápido del Oeste. En las canchas de fútbol, había hecho cien goles antes de cumplir veinte años, y a los veinticinco no se había inventando el pararrayos que pudiera atraparlo. Más que correr, estallaba: Jimmy Greaves se desencadenaba tan de pronto que los árbitros le cobraban fuera de juego por error, porque nunca sabían de dónde venían sus piques súbitos, ni sus disparos certeros: lo veían llegar, pero nunca alcanzaban a verlo partir.
- Tanto deseo los goles -decía- que hasta me duele desearlos.
Greaves no tuvo suerte en el Mundial del 66. No metió ni un gol, y un ataque de ictericia lo dejó fuera de la final.
Gol de Jimmy Greaves
- Tanto deseo los goles -decía- que hasta me duele desearlos.
Greaves no tuvo suerte en el Mundial del 66. No metió ni un gol, y un ataque de ictericia lo dejó fuera de la final.
Fuente: Eduardo Galeano
Gol de Jimmy Greaves
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