En 1912, se disputó el primer clásico de la historia del fútbol brasileño, el primer Fla-Flu. El club Fluminense venció al Flamengo 3 a 2.
Fue un partido movido y violento, que provocó numerosos desmayos entre el público. El palco rebosaba de flores, frutas, plumas, damas y caballeros. Mientras los caballeros celebraban cada gol arrojando sus sombreros de paja al campo de juego, las damas dejaban caer sus abanicos y se desvanecían, por causa de la emoción del gol o los agobios del calor y del corsé.
El Flamengo había nacido poco antes a la vida futbolera. Había brotado de una fractura del club Fluminense, que se partió en dos al cabo de muchos líos y muchos ruidos de guerra y griteríos de parto. Pronto el padre se arrepintió de no haber ahogado en la cuna a este hijo respondón y burlón, pero ya no había nada que hacer: el Fluminense había generado su propia maldición y la desgracia no tenía remedio.
Desde entonces, padre e hijo, hijo rebelde, padre abandonado, se dedican a odiarse. Cada clásico Fla-Flu es una nueva batalla de esta guerra de nunca acabar. Los dos aman a la misma ciudad, Río de Janeiro, perezosa, pecadora, que lánguidamente se deja querer y se divierte ofreciéndose a los dos sin darse a ninguno. Padre e hijo juegan para la amante que juega con ellos. Por ella se baten, y ella acude a los duelos vestida de fiesta.
Historia del Fla-Flu
Fuente: Eduardo Galeano
Publicado por sacatipa a las 17:54
Categoría: El fútbol según Eduardo Galeano
No hay comentarios:
Publicar un comentario