Holanda 2 x 0 Brasil [Mundial 74]

La semifinal del Mundial de Alemania de 1974 que enfrentó a Holanda y Brasil fue un auténtico choque de titanes. Dos de los mejores equipos, los que ofrecían un juego más vistoso, iban a dirimir quién se enfrentaría en la final al vencedor de la eliminatoria entre Alemania y Polonia.

Sin embargo, había algo más en este partido. Brasil era el campeón desde 1958 (a excepción del lapso de 1966), pero los brasileños no eran sólo los campeones, sino también los mejores en estilo y técnica, la envidia de todas las naciones. Los holandeses conformaban un aspirante joven, que amenazaba con arrebatar la corona a los sudamericanos, combinando la eficacia europea con un estilo que no tenía nada que envidiar al que podía verse en las playas brasileñas.

Fútbol total versus toque
Fue la generación de oro del fútbol holandés: melenas, patillas e inteligencia. Por supuesto, era el equipo del fútbol total, en que los defensas atacaban y los delanteros defendían. Y en el centro de todo aquello se encontraba el capitán Johan Cruyff como ejemplo a seguir. Parecía estar omnipresente en cualquier espacio y siempre transmitía sensación de peligro con el balón en los pies. Pero la clave del equipo estaba en el conjunto de jugadores agrupados en torno a Cruyff y en la combinación de un todo coherente, incluso cuando parecía estar abocado al caos.

La comprobada visión de Johan Neeskens también era vital para el equipo, como lo eran la astucia de Rob Rensenbrink, la rapidez de Jonny Rep y las incursiones en el ataque de Ruud Krol. A pesar de contar con nombres tan memorables, el trabajo de equipo y la compenetración fue lo que hizo que muchos considerasen a ese combinado holandés como el mejor que jamás pudo ganar un Mundial.

Brasil, por su parte, se enfrentaba a su primer torneo tras el retiro de Pelé, que había formado parte de los tres equipos ganadores en los cuatro torneos anteriores. Tampoco estaban presentes nombres legendarios como Carlos Alberto y Tostao y, a pesar de que el equipo tenía rapidez, fuerza y contaba con algunos de los héroes de 1970, como Jairzinho y Rivellino, su juego ya no transmitía la belleza de años anteriores.

Una primera parte emocionante
Los holandeses mostraron su fortaleza en la primera mitad, en la que los brasileños opusieron gran determinación. Fueron unos minutos marcados por fases de juego duro y algunas oportunidades en ambas porterías.

Holanda tenía la posesión del balón y elaboraba sus jugadas, mientras Brasil intentaba explotar su velocidad con pases largos desde el centro del campo. Con tanto talento en ambos bandos, se vieron momentos de gran emoción en el intento de ambas selecciones por imponer su superioridad.

En busca el gol
A punto de cumplirse un cuarto de hora de juego, un despeje defectuoso de la defensa brasileña dejó el balón en los pies de Cruyff, cuyo disparo fue rechazado con esfuerzo por el portero brasileño Emerson Leao. En el lanzamiento del tiro de esquina, la volea de Wim Van Hanegem salió fuera por muy poco.

Unos minutos más tarde, el rápido delantero Valdomiro hizo su primera incursión en la defensa holandesa, presentándose en el área tras un autopase. Havoc se fue tras él pero, gracias a la rápida reacción de Jan Jongbloed, la jugada no tuvo consecuencias.

Diez minutos más tarde, Paulo Cesar escapó a la trampa del fuera de juego y su disparo salió lamiendo el palo derecho en su mano a mano con el portero holandés.

Como resultado de la igualdad en el juego, los holandeses respondieron unos minutos más tarde con una jugada en la que Rensenbrink pasó el esférico a Neeskens, que puso un balón de oro entre dos defensas para Wim Suurbier, quien no pudo superar al portero tras quedarse sin ángulo.

Rijsbergen al rescate
A punto de terminar la primera parte, Brasil dispuso de sus mejores oportunidades, pero el defensa Wim Rijsbergen se convirtió en el héroe de su selección. Su desesperado despeje de taco tras un pase de Valdomiro evitó que el balón quedara muerto en el centro del área. Sin embargo, tras un barullo, el esférico quedó a merced de Jairzinho. De nuevo Rijsbergen desbarató el peligro, desviando el balón junto al poste.

La segunda mitad tuvo un inicio frenético y, a los cinco minutos, Neeskens recibió un pase desviado de Cruyff desde la derecha y, con un remate certero, superó al portero brasileño Leao (1-0, 50').

Con este gol, los holandeses se asentaron sobre el terreno y su posesión del balón empezó a desesperar a los brasileños, cuyos constantes fueras de juego no hacían sino aumentar su desconcierto.

La magia naranja
El control del partido seguía teniendo color naranja, y fruto de ello fueron algunos de los mejores momentos del torneo. Un inteligente pase de Rensenbrink hacia la banda izquierda permitió a Krol internarse entre la defensa brasileña. Su pase lo recibió Cruyff en el área chica, para superar a Leao de volea (2-0, 65').

Con la ventaja de dos goles, los jugadores de Rinus Michels no quisieron poner en peligro su victoria, defendiéndose con gran determinación a la espera de posibles contraataques, ante un equipo brasileño que lucía desesperado.

Con Rivellino disperso, los brasileños carecían de la creatividad necesaria para superar la poblada defensa holandesa y, a excepción de un lanzamiento de falta de Valdomiro que se fue apenas desviado en el minuto 83, la selección carioca apenas fue capaz de crear ocasiones de gol.

Sus esperanzas se desvanecieron en el minuto 84, con la expulsión de Luis Pereira tras una dura entrada sobre Neeskens, quien tuvo que abandonar el terreno de juego.

Más que un partido
Aparentemente Holanda había ganado más que un partido. Los holandeses habían demostrado que los brasileños no eran invencibles y que se les podía derrotar con un juego vistoso. Parecía un signo de cambio, el final de un estilo de juego libre y su sustitución por la versión total del fútbol de Cruyff y compañía. Sin embargo, los holandeses perdieron ante Alemania en la final, y nunca respondieron realmente a las expectativas que habían dejado entrever con esta victoria. Brasil tuvo que esperar veinte años para volver a ganar un Mundial, pero con un estilo de juego totalmente diferente al de aquellos días.
Fuente: FIFA

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