El primer hijo de Doroteo Méndez y Rosa Villarruel, Norberto Doroteo Méndez, nació el 5 de enero de 1923 en la esquina de Grito de Asencio y Atuel, en el barrio de Pompeya. "El día en que vine al mundo falleció un señor de apellido Santucho, muy querido en el vecindario. Mi madrina, en homenaje a él, me puso Tucho", explicó alguna vez el recordado futbolista.
Los potreros de la populosa zona del sur porteño y el club Miriñaque vieron transcurrir largas horas de la niñez de quien, tiempo después, se convertiría en uno de los grandes ídolos del fútbol argentino. Tenía 11 años cuando un buscador de valores precoces de esa época, José Carrero, lo llevó a Huracán. Y fue en la sexta división del Globito donde comenzó a hacer los palotes de su notable historia futbolística.
Siete años después, más precisamente el 13 de marzo de 1941, debutó en primera división. Ese día, Huracán derrotó a Lanús por 4 a 2 luego de ir perdiendo 2 a 0, y Tucho marcó el tercer gol. Fue el primer acto de una carrera en la que se ganó la admiración del público por las virtudes que siempre lo marcaron: gambeta endiablada, gran manejo, guapeza y capacidad goleadora.
En Huracán formó parte de líneas ofensivas que deslumbraron, una de ellas junto con Hermino Masantonio -era el ídolo de su adolescencia- y Emilio Baldonedo. En ese club tuvo como compañero a otra gloria del fútbol argentino: Alfredo Di Stéfano. Allí se mantuvo hasta fines de 1947, ganando dos campeonatos nacionales en 1942 y 1947, cuando se incorporó a Racing junto con Juan Carlos Salvini y Llamil Simes. Por su transferencia, la Academia pagó una importante suma y cedió cinco jugadores.
Con Norberto Méndez, el club de Avellaneda compuso brillantes delanteras que le permitieron obtener el primer tricampeonato del fútbol argentino, en 1949, 1950 y 1951. Una de las más recordadas fue la que el admirado Tucho integró junto con Salvini, Bravo, Simes y Sued. Más adelante, con la incorporación de Mario Boyé, el Atómico, el brillante ciclo racinguista tomaría forma definitiva.
Tras permanecer seis años en Racing, en 1955 pasó a Tigre, donde actuó dos temporadas. Regresó a Huracán -"mi primera novia", como le gustaba definir a la entidad de Parque de los Patricios- en 1957, y al año siguiente le dio su definitivo adiós al fútbol. Atrás habían quedado 392 partidos oficiales, en los que marcó 123 goles.
Pero Norberto Méndez no ciñó su notable trayectoria a los clubes: también brilló en la selección nacional, adonde nunca dejó de convocarlo Guillermo Stábile. Con la camiseta argentina conquistó tres títulos sudamericanos, en 1945, 1946 y 1947.
Fue inolvidable su actuación contra Brasil, en el certamen disputado en Chile, en 1945. Ese día convirtió tres goles, uno de los cuales siempre lo recordó como el mejor de su trayectoria futbolística: derrotó al arquero brasileño con un disparo desde 35 metros.
Un sólo dato bastaría para distinguir su aporte al seleccionado argentino, en el que sumó 30 presencias: con 17 tantos, es el máximo goleador del torneo continental, marca que sólo comparte con el brasileño Zizinho.
La firme personalidad de Tucho Méndez se reflejaba también fuera de las canchas. La decidida postura que siempre exhibió a la hora de discutir con la dirigencia de su época le valió el respeto de sus pares. Así, como corolario de la huelga de jugadores de 1948, fue co-fundador de Futbolistas Argentinos Agremiados.
Nunca abandonó su humildad: "jamás me creí ídolo. Si bien pude haber tenido preponderancia dentro de una cancha, siempre me halagó más una palabra de cariño de parte de la gente, que me elevaran a un sitio al que, considero, no pertenezco".
Alos 75 años, víctima de un paro cardíaco, falleció en 1998. Norberto Méndez estaba casado con Olga Zunino, con quien no tuvo hijos.
Fuente: La Nación
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