A los 16 años, ya disparaba sus primeros tiros de artillero y estrenaba títulos, con el Kispest, equipo de su padre y de un barrio de Budapest, luego anexado por el ejército y rebautizado Honved de Budapest en 1949, y a los 40 años, se retira del fútbol tras muchísimos goles y títulos, con el Real Madrid, con el Honved o con la selección húngara.
Siempre ha jugado con los mejores en sus tres equipos, tres equipos que hicieron el fútbol más bonito del universo en la década 1950, con el Santos de Pelé y el Stade de Reims de Kopa. Con la Hungría de oro y los Bozsik, Hidegkuti, Czibor, Kocsis, o con el Honved, anima el juego creativo y ofensivo más espectacular de Europa, alineando goles sin tregua. Con el Real Madrid, integró el mejor quinteto de ataque jamás reunido, en un equipo invencido más de 6 años en el Bernabéu: Kopa, Di Stéfano, Puskas, Rial y Gento.
4 extraordinarios años, 32 partidos contra las mejores selecciones, 144 goles, ninguna derrota, la famosa Hungría 1950, acaba ese increíble ciclo récord, el día de la final del Mundial 1954, derrotada por Alemania, en un partido sospechoso, deportiva y políticamente. A lo largo de ese glorioso trayecto, Puskas se luce más que nunca en Wembley, en noviembre 1953, dirigiendo un equipo magiar que destroza por primera vez en su templo a los inventores de un cierto género de fútbol, 6 a 3. Los ingleses del capitán Wright y Stanley Matthews prometen revancha en Budapest, unos meses más tarde, pero encajan otra histórica goleadísima, 7-1. 200.000 testigos habían vivido el fin de una vieja idea del football. Los ingleses practicaban el football, mientras los húngaros jugaban al fútbol.
Huyendo los carros de combate rusos en 1956, Ferenc Puskas ya había establecido un récord impensable hoy: 83 goles (en 84 selecciones). Récord universal de goles de un jugador, por delante del mismísimo Rey Pelé (77 goles en 95 partidos). Cuando llega al Real Madrid, a los 31 años, ya había ganado 4 títulos de Campeón de Hungría con el Honved (1950/52/54/55). Con el Real Madrid, a partir de 1958, acumula 6 títulos nacionales (1961 a 1965 y 1967), tres Copas de Europa (1959, 60 y 66) y la Intercontinental de 1960. Entre esos éxitos, la famosa Copa de Europa de Hampden Park, recordada por la historia del fútbol como la más bella: Real Madrid 7, Eintracht de Francfort 3. Diez goles en apenas una hora de juego, 3 de Di Stefano y 4 de Puskas en 25 minutos. Este mismo año, ganará la primera Copa Intercontinental contra el gran Peñarol, 5-1 en el partido de vuelta en el Santiago Bernabéu, marcando él dos goles. En 1952, había marcado el primer tanto de la final de los Juegos Olímpicos, que ganó Hungría a Yugoslavia 2-0, su primer gran título.
"Cañoncito Pum" y "el Comandante Galopante" fueron dos de sus motes, el primero debido a la potencia y precisión de su disparo de la izquierda, el segundo porque heredó del grado de Comandante, cuando el Honved fue requisitado por el ejército. Puskas, sin haber sido nunca oficialmente un delantero centro, sino muchas veces un interior derecho, disparaba -sobre todo de la izquierda- y marcaba sin contar ni tergiversar y así y también fue cuatro veces pichichi de la Liga española (1960/61/63/64).
Después de retirarse pasados los cuarenta años, tras esta extraordinaria segunda carrera treintañera y de diez años en el Real Madrid, emprende una tercera carrera no menos rica: de 1967 a 1992, dirigirá 12 clubs en 8 países y 4 continentes entre cuales Al Masry en Egipto, Vancouver en Canadá, Murcia en España, Colo-Colo en Chile, Cerro Porteño en Paraguay, Melbourne en Australia y por fin AEK Atenas y Panathinaikos en Grecia. Es, a la luz de sus avisados consejos de delantero completo, que el Panathinaikos llega a la cumbre de su historia y gloria jugando la final de la Copa de Europa 1971 contra el todopoderoso Ajax de Amsterdam de Rinus Mitchel y Johan Cruyff. En el mítico estadio de Wembley de sus hazañas de 1953, no hubo otro milagro y Cruyff alzó el primero de sus 3 cetros continentales consecutivos, tras un claro 2-0.
Ferenc Puskas, muy enfermo desde hace varios años, también sufría de melancolía y criticaba, como la mayoría de los grandes atacantes del fútbol clásico, la avaricia en goles, regates, paredes, disparos, juego y espectáculo del fútbol moderno. Él que fue tan generoso en todos los campos del mundo como en la vida, falleció el viernes 17 de noviembre de 2006, en Budapest, la ciudad donde había nacido el 2 de abril de 1927.
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